La experiencia de rechazo, ¿cómo sanar?

 



Cuando me rechazan, ¿qué pienso de que me rechacen?, ¿qué sentimientos me surgen cuando me rechazan?

Es decir, habría que pensar con qué me conecta o con qué asocio el rechazo que me hacen.

Pensamientos de: no soy valiosa, no soy suficientemente bonita, inteligente, divertida, etc. ¿quién me dijo eso y cuándo?


Ahora bien, es necesario preguntarse ¿acaso todas las personas tienen que recibirme?, y su contraparte, ¿yo estoy abierta a recibir a todas las personas? Por decir así, es necesario concientizar que no me gustan todo "tipo" de personas, yo también soy selectiva. Esto no me hace más ni menos, simplemente me llama más la atención algunos estilos, formas de ser, ciertos valores, visiones de la vida. Entonces, las otras personas tienen derecho a sentir gusto o atracción por mí, o no; también tienen derecho a rechazarme, y esto no las hace más ni menos. No puedo gustarle a todas, así como a mí no me gustan todas.


Ahora, ¿por qué se me actualizan entonces esas emociones? Uso la frase "se me actualizan", así  como Yvonne Laborda, porque son emociones o sentimientos que han estado reprimidos desde la infancia, y que algún hecho del presente las remueve y las hace surgir, pero no son precisamente de ahora. Es decir, ese rechazo doloroso que experimento, es un rechazo primario, un rechazo que recibí de mamá, papá o cuidador principal, en ese momento de mi vida en que era totalmente vulnerable y dependiente de él/ella. Como es normal, al ser infante no se tienen los recursos emocionales e intelectuales para procesar la experiencia del rechazo, y por lo general, tampoco los cuidadores sabían cómo acompañarla, por lo que esa experiencia queda inconclusa, como un círculo abierto, y esto genera que cualquier otra situación parecida en otros momentos de la vida, hagan aparecer de nuevo la situación como protagonista porque la psique busca darle un cierre, busca comprender, busca concluir. Si aún no se cuentan con los recursos psicoemocionales para procesar la situación, lo más común es que señalemos a la persona de quien recibimos el rechazo como "la mala", la causante de nuestro dolor, y así responsabilizamos a los otros, al mundo, a la vida, a Dios, por lo que nos pasa. Esto en realidad es una proyección de aquello que sentimos hace tiempo, en la infancia, hacia ese cuidador que ejerció rechazo.


Entonces, ¿cómo sanar esa herida de rechazo? Para ir a la raíz, necesitaremos trabajar en la sanación del niño o niña interior. Ese es otro tema.

En la situación actual en la que se experimenta el rechazo, basta comprender lo que se explicó anteriormente: no puedo gustarle a todas las personas, no puedo ser aceptada en todos lados, no todo puede suceder en el momento y de la forma en que yo quiero o necesito. Asimismo, en la aceptación de ese rechazo, no implica no sentir dolor, tristeza, rabia, frustración, ¡por supuesto que las sentiremos! Esto también conlleva hacerme de otros recursos psicoemocionales: tolerancia, resiliencia, perseverancia, optimismo, tener una red de apoyo que me contenga amorosa y respetuosamente mientras me desahogo, y prácticas de amor propio que me permitan gestionar lo que siento, como actividad física, escribir, ir a psicoterapia, meditar, etc.


Por último, ser rechazada, no me hace rechazable, el rechazo es solo una experiencia más, no es la definición de quién soy ni de qué se trata mi vida. Después del rechazo, ¿qué experiencias quiero tener?, ¿dónde o con quiénes puedo satisfacer esas necesidades o deseos? Qué pasa conmigo es mi responsabilidad.


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