Caricias sanadoras



Estábamos en la hamaca juntos, yo te mecía mientras cantaba tu canción de dormir y acariciaba tu piernita, y tú también me acariciabas. 

En eso llegó a mí el pensamiento y deseo de que tu cuerpo, tu piel, grabe las caricias amorosas que mis manos te dan, que sepas reconocer un tacto amable y cálido, que sepas que ese es el trato que merece tu cuerpo y también te lo des tú mismo. 


...y ahí apareció el recuerdo, mi memoria corporal me trajo la imagen de los momentos en que yo recibí pellizcos, apretones y jalones, en la oreja, en el hombro, en los brazos, por "ser  imprudente"...  La imagen se acompañó de una sensación física, algo difícil de describir: es punzante y eléctrica en toda la piel, me hace querer retraerme y dejar de respirar, siento que algo está mal en mí, pero no sé qué es, y eso me genera la necesidad de rascarme... Hola ansiedad, encontré tus orígenes en mis recuerdos, así como el por qué de la dermatitis, psoriasis.


Hoy sé que no hay nada malo en mí, aunque lo busque. Lo que pasó allá y entonces fue que yo estaba siendo una niña con conductas de niña, y mi mamá no sabía qué hacer con lo que ella sentía mientras la rebasaba la responsabilidad y el quehacer, y supuraba su necesidad de tener un respiro de tranquilidad adulta, pero éramos tres las que dependíamos completamente de ella. Hoy entiendo su asfixia, su frustración, su dolor, su cansancio. La perdono.


Vuelvo a mí, me acaricié y noté nuevamente que tú también me acariciabas mientras te quedabas dormidito tomando de mi pecho. 


Qué momento tan sanador. Gracias hijo.

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